Por Lucas Mirabella.
Mañana, 16 de julio, es mi cumpleaños número 19. Por eso el mejor regalo que yo mismo me puedo hacer es un cuento fortinero. Espero que lo disfruten como lo disfrute escribiéndolo.
Maximiliano Berón era un chico de 15 años. Formaba parte del plantel de la octava división de las inferiores de Vélez. Vivía solo en la pensión junto a los demás chicos que se alojaban allí. El joven provenía de Villa Monzón, un pequeño pueblo situado a unos setenta kilómetros de la ciudad de San Miguel de Tucumán. Su máximo sueño era debutar algún día en la primera del Fortín. Todos los días se entrenaba duro para lograr esta meta propuesta por él. Mientras por la noche estudiaba. Porque también quería terminar la escuela secundaria para poder seguir la carrera de Administración de Empresas. Llegaba todas las noches a la pensión a las cuatro de las mañana. Los viernes eran los únicos días que no podían salir de noche porque el DT no se los permitía, ya que los sábados siempre tenían que ir a jugar el Torneo. Los domingos eran los días que tenían libre, aquellos que no conocían la ciudad aprovechaban esos días para recorrerla de punta a punta. Otros preferían alojarse casi todo el día en un cyber café a jugar con el FIFA o con el Pro Evolución 6, también aprovechaban para chatear con los amigos o con los familiares.
De pronto, un misterio oscuro comenzaba asomarse de a poco en la vida privada de Maxi, como lo llamaban los chicos de la pensión y el DT. Siempre los domingos llegaba tarde, unas horas después que los otros chicos del plantel. El cuerpo técnico lo retaba casi siempre por la tardanza y por no avisar. A veces no llegaba bien de ánimo, su cara estaba blanca como la nieve. Algunas veces tuvieron que darle un descanso para luego hablar con él. Otra vez, llamaron desde una comisaría, el Prof. Raúl tuvo que ir a buscarlo, nunca se supo que paso esta noche de lluvia torrencial de mayo, desde ese día cambiaron algunas reglas con respecto a las salidas libres de los juveniles de todas las categorías. Algunos dicen que por la noche consumía alcohol, en cambio otros opinan que se iba descargar la tensión nerviosa a un local nocturno para adultos y que por su estatura apropiada lo dejan pasar sin problemas.
Nadie sabia con exactitud lo que hacia Maxi los días domingo por la tarde noche. Hasta que un día el Prof. Raúl decidió seguirlo, no era una buena idea pero no se podía quedar con un nudo en la garganta, esperándolo hasta la madrugada sentado en un sillón. No se fue solo, lo acompañaron unos chicos de la quinta y sexta división, fueron con el auto de Raúl hasta el barrio de Recoleta. Los carteles iluminaban la calurosa noche de octubre. Las bailantas comenzaban recién abrir sus puertas. En ninguna fila se encontraba el juvenil Berón. Luego de recorrer casi todos los locales bailables, a Cristian Delfín, un jugador de la sexta, se le ocurrió ir a buscarlo a una villa del partido bonaerense de San Fernando, donde Maxi iba siempre. Parecía una locura ir a esa hora de la madrugada a un lugar muy peligro pero igual tenían que ir. En el medio la autopista decidieron parar para tomar algo en una estación de servicio. Solo había dos autos estacionados y otro cargando combustible. En eso, Raúl ve un patrullero de la policía de la provincia de Buenos Aires a lo lejos, estaban deteniendo a un joven que tenía un revolver y que estaba amenazando a los automovilistas que estaban conduciendo por la autopista Panamericana. Cristian se levanta de la silla y exclama:
-Este es Maxi, profe –
-Si – responde Raúl con su café en su mano izquierda.
Los tres se levantan rápido de las sillas y van corriendo hacia el patrullero, Raúl le hace una seña al oficial. Los chicos miran como están subiendo a Maxi al patrullero, no lo pueden creer. Nunca se imaginaron que un compañero iba a terminar de esta manera. Raúl lo quería como un hijo que él nunca tuvo. El profe se sube a su auto y va detrás del patrullero, se siente frustrado y defraudado por la confianza que le daba a Maxi. Los chicos le piden que maneje con cautela pero la tristeza de Raúl no lo deja pensar.
Son las cinco de la mañana, entre los tres tratan de convencer a los oficiales bonaerenses de que liberen a Maxi a cambio de dinero, ellos responden que hasta que no venga la jueza de menores de turno no habrá novedades sobre el caso. Raúl y los dos juveniles se sientan a esperar en un banco de madera, mientras que los oficiales buscan los antecedentes del joven. Una hora más tarde llega la doctora Angélica Kabi, la jueza federal de menores, les explica que el joven quedara detenido toda la noche en la comisaría y que luego el lunes será trasladado a los Tribunales de San Fernando para tomarle declaración indagatoria. También comenta que lo ve complicado el caso y que será difícil su rápida liberación.
Luego de ser indagado Maxi queda detenido en un instituto de menores de la provincia bonaerense. Sus declaraciones complicaron aun más el caso. Para colmo los testigos siguieron complicando el caso.
En la actualidad el joven sigue detenido, ya han pasaron tres años del episodio. Por la mayoría de edad, hace unos meses atrás, el joven ha sido trasladado a la cárcel de Marcos Paz, a la espera de su juicio oral por intentar disparar contra un automovilista en la autopista.
Sus padres nunca más lo volvieron a ver, siguen viviendo en la provincia de Tucumán, en su humilde vivienda de techo de chapa. El profe Raúl es el nuevo DT del equipo profesional de Vélez. Una vez por mes va a visitar a Maxi, le da contención y lo ayuda a terminar el secundario. Varios compañeros de él que jugaban en la octava división pasaron a integrar el plantel profesional de la mano de Raúl y otros la el equipo de la reserva. El equipo fortinero se encuentra a solo un paso de consagrarse campeón del Torneo Clausura 2010, solo necesita un empate el próximo fin de semana para lograr el nuevo titulo y colocarlo en la vitrina del club.
Maxi paso a ser una de las tantas tristes leyendas de la historia fortinera, dejando una enseñanza para las futuras promesas de la institución. No todo es azul y blanco en Vélez.
De pronto, un misterio oscuro comenzaba asomarse de a poco en la vida privada de Maxi, como lo llamaban los chicos de la pensión y el DT. Siempre los domingos llegaba tarde, unas horas después que los otros chicos del plantel. El cuerpo técnico lo retaba casi siempre por la tardanza y por no avisar. A veces no llegaba bien de ánimo, su cara estaba blanca como la nieve. Algunas veces tuvieron que darle un descanso para luego hablar con él. Otra vez, llamaron desde una comisaría, el Prof. Raúl tuvo que ir a buscarlo, nunca se supo que paso esta noche de lluvia torrencial de mayo, desde ese día cambiaron algunas reglas con respecto a las salidas libres de los juveniles de todas las categorías. Algunos dicen que por la noche consumía alcohol, en cambio otros opinan que se iba descargar la tensión nerviosa a un local nocturno para adultos y que por su estatura apropiada lo dejan pasar sin problemas.
Nadie sabia con exactitud lo que hacia Maxi los días domingo por la tarde noche. Hasta que un día el Prof. Raúl decidió seguirlo, no era una buena idea pero no se podía quedar con un nudo en la garganta, esperándolo hasta la madrugada sentado en un sillón. No se fue solo, lo acompañaron unos chicos de la quinta y sexta división, fueron con el auto de Raúl hasta el barrio de Recoleta. Los carteles iluminaban la calurosa noche de octubre. Las bailantas comenzaban recién abrir sus puertas. En ninguna fila se encontraba el juvenil Berón. Luego de recorrer casi todos los locales bailables, a Cristian Delfín, un jugador de la sexta, se le ocurrió ir a buscarlo a una villa del partido bonaerense de San Fernando, donde Maxi iba siempre. Parecía una locura ir a esa hora de la madrugada a un lugar muy peligro pero igual tenían que ir. En el medio la autopista decidieron parar para tomar algo en una estación de servicio. Solo había dos autos estacionados y otro cargando combustible. En eso, Raúl ve un patrullero de la policía de la provincia de Buenos Aires a lo lejos, estaban deteniendo a un joven que tenía un revolver y que estaba amenazando a los automovilistas que estaban conduciendo por la autopista Panamericana. Cristian se levanta de la silla y exclama:
-Este es Maxi, profe –
-Si – responde Raúl con su café en su mano izquierda.
Los tres se levantan rápido de las sillas y van corriendo hacia el patrullero, Raúl le hace una seña al oficial. Los chicos miran como están subiendo a Maxi al patrullero, no lo pueden creer. Nunca se imaginaron que un compañero iba a terminar de esta manera. Raúl lo quería como un hijo que él nunca tuvo. El profe se sube a su auto y va detrás del patrullero, se siente frustrado y defraudado por la confianza que le daba a Maxi. Los chicos le piden que maneje con cautela pero la tristeza de Raúl no lo deja pensar.
Son las cinco de la mañana, entre los tres tratan de convencer a los oficiales bonaerenses de que liberen a Maxi a cambio de dinero, ellos responden que hasta que no venga la jueza de menores de turno no habrá novedades sobre el caso. Raúl y los dos juveniles se sientan a esperar en un banco de madera, mientras que los oficiales buscan los antecedentes del joven. Una hora más tarde llega la doctora Angélica Kabi, la jueza federal de menores, les explica que el joven quedara detenido toda la noche en la comisaría y que luego el lunes será trasladado a los Tribunales de San Fernando para tomarle declaración indagatoria. También comenta que lo ve complicado el caso y que será difícil su rápida liberación.
Luego de ser indagado Maxi queda detenido en un instituto de menores de la provincia bonaerense. Sus declaraciones complicaron aun más el caso. Para colmo los testigos siguieron complicando el caso.
En la actualidad el joven sigue detenido, ya han pasaron tres años del episodio. Por la mayoría de edad, hace unos meses atrás, el joven ha sido trasladado a la cárcel de Marcos Paz, a la espera de su juicio oral por intentar disparar contra un automovilista en la autopista.
Sus padres nunca más lo volvieron a ver, siguen viviendo en la provincia de Tucumán, en su humilde vivienda de techo de chapa. El profe Raúl es el nuevo DT del equipo profesional de Vélez. Una vez por mes va a visitar a Maxi, le da contención y lo ayuda a terminar el secundario. Varios compañeros de él que jugaban en la octava división pasaron a integrar el plantel profesional de la mano de Raúl y otros la el equipo de la reserva. El equipo fortinero se encuentra a solo un paso de consagrarse campeón del Torneo Clausura 2010, solo necesita un empate el próximo fin de semana para lograr el nuevo titulo y colocarlo en la vitrina del club.
Maxi paso a ser una de las tantas tristes leyendas de la historia fortinera, dejando una enseñanza para las futuras promesas de la institución. No todo es azul y blanco en Vélez.
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